La derrota definitiva
¿Os imagináis un futuro distópico donde las
grandes corporaciones controlan un poder entregado por políticos
corruptos e ineptos? Pues, desde el pasado martes 27, ese futuro está
mucho más cerca. En gran parte, gracias a ti y a mi.
Porque por muy incomodo que resulte reconocerlo, mientras nuestros
políticos regalaban nuestros derechos a cambios de puestos en consejos
de administración, tú y yo nos estábamos rascando los huevos. Haciendo
lo que mejor se nos da hacer cuando pisotean nuestros intereses. Nada.
El martes 27 de octubre de 2015, el Parlamento Europeo aprobó el
preacuerdo alcanzado el pasado 30 de junio para acabar con el abuso del roaming y proteger la neutralidad de la Red, rechazando todas las enmiendas que advertían de las inmensas lagunas legales del mismo. El martes 27, las grandes operadoras de telecomunicaciones ganaron. El resto, fuimos derrotados.
Puedes leer en muchos sitios los graves problemas que provocará el nuevo Reglamento, pero muy pocos han intentando reflexionar sobre cómo hemos podido llegar hasta aquí.
Primero, gracias a una Ley Electoral que
impide que elijamos a personas y obliga a votar listas únicas, en las
que no vuelve aparecer el que muestre una mínima discrepancia.
¿Sabéis que España
ha sido el único de los grandes países de la Unión en el que ni un solo
parlamentario ha votado en contra de la línea oficial de su partido? Compartimos ese honor con potencias europeas como Letonia o Chipre.
Segundo, es difícil que lo supierais. Porque ningún gran medio español ha puesto cara y nombre a esos votos. ¿A quién podría interesar lo que vota la gente que hemos elegido?
Por simplificar: PP, PSOE, Ciudadanos, UPyD, PNV y los dos partidos que componían la antigua CiU han votado a favor de aprobar el Reglamento a pesar de todo y de todos. IU, Podemos, Alternativa Galega, Nova Esquerra Catalana, Compromis, ERC e Iniciativa per Catalunya han votado a favor de debatir e incorporar las enmiendas al mismo.
Pero sería injusto culpar sólo a nuestros
políticos. Los mayores culpables somos los que trabajamos en empresas de
base tecnológica y sabíamos mucho mejor que los muggles lo que nos estábamos jugando.
Internet ha sido la herramienta que más y
mejor ha democratizado el acceso a la información y el conocimiento en
toda la Historia -sin importar tu clase u origen- algo que la neutralidad de la Red
contribuye a garantizar. Y algo con lo que leyes y reglamentos como el
recién aprobado pueden acabar ¿De verdad hemos estado a la altura?
Durante los dos últimas semanas, he disfrutado del despliegue social de emprendedores e inversores tecnológicos que “se quejan muy fuerte en Twitter”
sobre los peligros para la innovación de la nueva Ley. Los mismos
emprendedores e inversores que pierden el culo para asistir al enésimo
evento de entrepreneurship inaugurado o clausurado por el político de turno.
También he asistido al silencio ensordecedor de los incipientes Colegios de Ingenieros Informáticos.
Entes creados, supuestamente, para defender a la profesión y a sus
profesionales, no para imponer un corralito que impida ejercer la misma.
No ha sido la deserción más esperada. Ni la
más dolorosa. Cuando en EEUU los lobbies de las telcos presionaron para
acabar con la neutralidad de la Red, miles de empresas tecnológicas
mandaron correos a todos sus clientes para explicarles lo que estaba
pasando. Dieron un paso al frente. Se posicionaron. Lucharon. Ganaron ¿Conocéis una sola empresa tecnológica española que se haya posicionado públicamente en contra del nuevo Reglamento?
Nosotros lo haremos. En la humilde newsletter
que mandamos todos los martes a nuestros usuarios y clientes, les
explicaremos como el nuevo Reglamento puede hacer que sitios como
Otogami o Runnics no puedan existir si las operadoras deciden limitar la
velocidad de acceso a los mismos para favorecer a nuestros competidores
o a sus propias soluciones ¿Os imagináis que todos hiciéramos lo mismo a
un mes de las elecciones?
Muchos pueden creer que nosotros sólo lo
haremos porque sólo somos una pequeña startup con muchas posibilidades
de cerrar y prácticamente nada que perder. Que no haríamos nada si
fuésemos un pepino tecnológico, una maquina de imprimir billetes. Es posible.
Otros pueden creer que lo haremos porque de
verdad pensamos que la del 27 de octubre no ha sido una derrota
definitiva, sino el comienzo de una batalla en la que algunos queremos
hacer algo más que “quejarnos muy fuerte en Twitter”. Queremos dar un
paso al frente. Queremos posicionarnos. Luchar y ganar.
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